Rápido: nombra un plato que sea económico, de preparación rápida, lo suficientemente elegante para una fiesta, pero lo suficientemente fácil de preparar en un día entre semana. Si dijiste mejillones, estamos en la misma longitud de onda. Estos sabrosos bivalvos son los favoritos, y con razón. Ya sea que cocines a fuego lento el nirvana de mejillones con regularidad o nunca los haya cocinado en casa, es hora de un curso de actualización. Evita estos errores comunes, y harás una olla de mejillones tan buena que rivalizará con el mejor restaurante de la ciudad o el chiringuito de playa más radical.
→ No te olvides de limpiarlos
Si obtienes sus mejillones en una de nuestras pescaderías, es improbable que presente arena o suciedad. Aún así, conviene limpiarlos rápidamente antes de cocinarlos. Poner los mejillones crudos en un colador y colocarlos bajo agua fría, agitando suavemente para que todos los mejillones se enjuaguen. Usa un cuchillo afilado para raspar la suciedad de las conchas, y verifica si hay barbas. Si existe ese parche peludo unido al mejillón, sácalo con el cuchillo y deséchalo. Muchos mejillones vienen sin barba, pero generalmente hay uno o dos que pasan desapercibidos. Y, lo que es más importante, cualquier mejillón que no esté cerrado, o que no se cierre cuando le da un buen golpe, debe desecharse. Un mejillón abierto es un mejillón muerto, y un mejillón muerto arruinará una olla entera.
→ Siempre aportar toques aromáticos
No basta arrojar los mejillones en una sartén y esperar a que abran. Antes de cocinar los mariscos siempre es recomendable saltear un poco de cebolla picada, ajo y/o jengibre. Tampoco se comete herejía si se incluye un poco de hierba de limón, chiles o chalotas, dependiendo de qué toque le quieras dar. Cocinar estos ingredientes aromáticos antes de agregar el líquido y los mejillones crea una base para la salsa, lo que será importante en el futuro, cuando se quiera mojar pan. Sin duda, un ejercicio muy gratificante.
→ Agregar un poco de líquido, por favor
Los mejillones se cocinan con vapor, lo que significa que necesitarás un poco de líquido en la olla para que todo funcione. ¿Por qué usar agua cuando tienes cosas como leche de coco, salsa de soja, salsa de pescado, tomates picados en su jugo, o tal vez incluso un poco de alcohol? Agregar a la olla un vino blanco vigorosamente seco o una cerveza dorada espumante infundirá carácter y sabor a los mariscos, sin mencionar que ayudará a crear un fondo para verter sobre los mejillones. Cualquiera que sea el líquido que elijas, se convertirá en portador a los mejillones de los aromas de los ingredientes previamente pochados.
→ Cocina a fuego lento, no hiervas
Una vez que hayas cocinado los ingredientes del sofrito y hayas agregado el líquido y los mejillones, las cosas suceden rápidamente. Lleva el líquido a ebullición e inmediatamente bájalo a fuego lento. Un hervor febril cocinará los mejillones demasiado agresivamente. Y asegúrate de usar una olla ancha y poco profunda o una sartén amplia; no intentes apilar los mejillones uno encima del otro, ya que necesitarás de más tiempo en cocinarlos.
→ Utiliza una tapa
Los mejillones se cocinan cuando el vapor caliente producido por el líquido hirviendo flota a través de la olla. Hay que intentar que el aire caliente aromático se salga de la olla y asegurarnos de que los mejillones se cocinen de manera uniforme. Proponemos abrir la olla una vez, pasados los primeros siete minutos a fuego lento, para agitar rápidamente. Luego volver a colocar la tapa.
→ Desecha a los tímidos
Este es un problema importante, y uno de los errores más relevantes a evitar. ¿Recuerdas cómo verificaste para asegurarte de que todos los mejillones estaban cerrados antes de comenzar a cocinarlos? Bueno, ahora debes asegurarte de que todos estén abiertos. Retira los mejillones del fuego, comprueba que no haya alguno que por timidez, o traición, se haya negado a abrirse, sácalo y al cubo de la basura. Los mejillones sin abrir estaban muertos desde el principio y no son seguros para comer. Todos los mejillones deben abrirse suavemente a la hora de comer, pero si el caparazón está tan bien cerrado que necesitas hacer palanca, significa que no es bueno.
→ Utiliza lo que nos da la naturaleza
¡Ya casi estás al final! El único paso que queda es terminar la salsa con un poco de mantequilla (totalmente opcional, pero recomendado) y una ducha de hierbas frescas. Las hojas de perejil picadas, las hojas de eneldo, el cilantro, las hojas de apio y el estragón con aroma a anís están hechos prácticamente para mejillones. (Mantente alejado de las hierbas más leñosas, como el romero y la salvia). Y no las agregues hasta justo antes de servir; deben conservar su color y frescura cuando se presentan al comensal.
→ Los mejillones sin pan no son mejillones
No escatimes el pan a la hora de acompañar los mejillones a la mesa. El pan servirá como vehículo para esa salsa aromática, plagada de sabores, que creaste. Y si quieres redondear la jugada aún más, echa un poco de mayonesa sobre ese pan. ¿Tal vez un alioli, por ejemplo?
No olvides colocar un tazón grande sobre la mesa para las conchas vacías. Eso es solo cortesía común.
¡Un pasote!