El dulce placer de los higos

Por algo sería que a los campeones de los primeros Juegos Olímpicos, en la antigua Grecia, se les obsequiase con higos como premio. No son solo un símbolo, son una exquisitez que la naturaleza nos brinda cada temporada.

 

La higuera es uno de los árboles más antiguos del mundo; su cultivo ya aparece mencionado en los primeros documentos históricos (y se destaca en la Biblia) y gracias a ellos sabemos que es un árbol nativo del Mediterráneo. Se dice que los griegos lo recibieron de Caria (de ahí su nombre científico: Ficus carica) y que los tenían en tan alta estima que crearon leyes para evitar su exportación.

 

Pero, a su pesar, su cultivo se extendió desde el Mediterráneo a Oriente Medio y la India y, mucho más tarde, a América. Hoy en día los principales productores son Turquía, Egipto, Grecia, Marruecos y España; y en esta, destacan Huesca, Lérida, Ávila, Cáceres, Murcia o Alicante.

 

Higos Cuello de Dama

 

Los higos tienen un sabor único, dulce, de textura suave y masticable y están llenos de semillas comestibles ligeramente crujientes. Los higos frescos son delicados y perecederos, por lo que a menudo se secan para preservarlos. Así se produce una fruta seca dulce y nutritiva que se puede disfrutar durante todo el año.

 

Existen múltiples variantes de higos, unas 300, todas las cuales se diferencian ampliamente en color y textura. En España destacan las variedades San Antonio, Cuello de Dama Blanca y Negra, Elche, Colar, Blanca de Maella, Napolitana Negra, Burjasot, Bétera o Moscatel.

 

Por su dulzura natural, existe la creencia de que los higos tienen muchas calorías. Sin embargo, su aporte calórico, si se consume fresco, es solo un poco mayor que el de las manzanas (100 g de frutas frescas tienen solo 74 calorías). Sin embargo hay que tener muy en cuenta que los higos secos triplican las dosis de calorías y de azúcar.

 

Naturalmente ricos en fibra, los higos frescos pueden ser un alimento útil para incluir en la dieta para aquellos que vigilan su peso, ya que proporcionan sensación de saciedad y pueden reducir el hambre y los antojos. También contienen prebióticos, que ayudan a apoyar las bacterias buenas preexistentes en el intestino, mejorando el bienestar digestivo.

 

Higos en la cocina

 

Los higos son ricos en vitaminas A, B1 y B2, y minerales como manganeso, potasio, magnesio, cobre, hierro y fósforo. El alto nivel de potasio y el bajo nivel de sodio alivian a las personas con hipertensión.

Son, además, una buena fuente de calcio, promoviendo la salud ósea.

Contienen antioxidantes que aumentan la salud: como el llamado fenol que ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y varios tipos de cáncer.

 

Hay que tener en cuenta que los higos son frutas muy frágiles, lo que hace que tanto su transporte como su conservación en buenas condiciones resulten particularmente difíciles.

 

Puesto que se trata de una fruta perecedera, no se conservan más de 3 días en el refrigerador. De todas formas, no está aconsejado su consumo en frío, ya que su sabor quedaría muy atenuado.

 

Otra de sus ventajas es que maridan a la perfección con otros muchos alimentos, buen parte del mundo de los quesos, el jamón, el foie, las almendras o el chocolate.

 

Un ejemplo hipersencillo es una Capresse de mozzarella e higos.

Así que ya sabes, es temporada de higos y sería un pecado no aprovecharlos.

 

Ensalada caprese de higos

 

Ingredientes:

  • 230 gr. de mozzarella de búfalo o mozzarella fresca
  • 230 gr de higos frescos maduros, cortados en cuartos
  • Hojas de albahaca
  • Pimienta negra molida gruesa
  • Sal marina escamosa
  • Aceite de oliva

 

Romper la mozzarella en trozos medianos y colócala en un plato.

 

Colocar los higos alrededor del queso y esparcir por encima la albahaca previamente rota con las manos.

 

Sazonar con pimienta y sal.

 

Rociar generosamente con aceite.

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